Volví a Nueva York con paso firme y mucha ilusión. Y si les soy honesta, volver siempre me hace plenamente feliz, porque esta, a pesar de su “corre corre” es una de mis ciudades favoritas en el mundo. Solo caminar por sus calles me llena de satisfacción. Ahora bien; la Gran Manzana celebraba la última edición de la New York Fashion Week hasta el pasado 13 de septiembre, y entre el colorido de lo que viene el próximo verano y citas, se desarrolló mi visita en la que tuve tiempo de variar mi agenda entre compromisos personales y laborales. Amigas y cámaras, tacones y sandalias planas. Esta nueva versión también disfrutó de una versión mía más tranquila, más variada. Me tomé la jungla de cemento para disfrutar de sus calles, de su cultura, su gente y su clima.
Esta vez los desfiles fueron menos, pero la emoción fue igual. Y es que, si analizamos la industria pienso que es óptimo decir y mencionar que la moda está cambiando. Consumimos y comunicamos de una forma diferente, de una más consciente, a pesar de la rapidez con la que vieja la información a través de las pantallas. Comenzando ahora y entendiendo que el futuro de la moda y el lujo es sostenible, es social, es inteligente. Vamos por una moda que no pase de moda. ¿No?
A Nueva York volví alegre y con ganas de conquistarla, a mi manera claro está. Con planes alternos, culturales, no ajenos a las jornadas de la semana de la moda por su puesto, pero menos caótica. Bajándole un poquito al acelerador que lleva mi vida; disfrutando. Entre mis visitas estuvo un reencuentro muy especial: con mis grandes amigos de TRESemme. Entre las jornadas de moda visité Springs Studios, sitio donde se llevaron algunos desfiles, y no dudé en visitar la suite de esta, mi marca estrella del pelo, para un styling completo y uno que otro retoque entre desfile y desfile. Como siempre estuve en las mejores manos, mi amado genio Marco Peña, quién ideó el look perfecto con tan solo echar una ojeada a mi outfit del día. ¡Un genio y mago sin discusión!
La clave beauty fue como siempre, muy natural, pero con un pelo perfecto y delicado. Hondas sueltas pero al tiempo marcadas al mejor estilo del viejo Hollywood, que se combinaron a la perfección con un maquillaje nude en el que mi piel y ojos, eran los verdaderos protagonistas.
El resto del look fue puro trend de otoño 2019. Escogí los cuadros como protagonistas e hilo conductor –pasarelas como las de Carven, Rochas y Chanel los volvieron indispensables en sus colecciones FW2019– y los llevé en una chaqueta de solapa roja de Bleis Madrid. La acompañé de una camisa blanca con lazo en el frente y una falda bádica negra. Completé el look con zapatos de tacón en terciopelo en tono burgundy de Aquazzura y una cartera de la nueva colección de Adriana Castro para este fin de año (Hay sorpresas!).