Tánger, un mítico rincón al norte de Marruecos, situado en las costas del Estrecho de Gibraltar, conquistó mis vacaciones de verano y, claro, mi corazón. Mi mente, mis caprichos y hasta mi inspiración. Con emoción suelo hablar maravillas de los sitios que visito, muchas cosas me atrapan, pero lo cierto es que sus estrechas callejuelas, pintorescas casas de colores y enormes playas desde la que se disfruta el azul del Mediterráneo, no solo fueron el inicio de mi primer viaje en solitario (y esto ya la hace bastante especial) , sino de recuerdos imborrables y la el inicio de una nueva ruta creativa –de la cual ya les contaré más–.
Lo cierto es que Tánger esta retratada como una ciudad mágica con muchas culturas a su alrededor y les contaré algunas de las razones por la que no pueden dejar de visitarla si lo que quieren es sentirse como entre las páginas de un cuento mágico escrito por un genio de la lámpara.
Contra todo pronóstico descubrí que esta joya es una ciudad cosmopolita y multicultural, que a lo largo de su historia ha sido albergue de artistas. Entre 1940 y 1960, la ciudad era refugio de escritores, intelectuales, pintores, entre otros. Entre ellos el francés Henri Matisse,quién desde el piso 35 del famoso Hotel Ville de France en Tánger pintó su famosísima obra Vu D’une Fenêtre (Paisaje visto desde la ventana), en un azul intenso que desde allí se convirtió en su seña de identidad. Pero sus pinceles no dejaron de trabajar. En la luz de este mágico territorio encontró la inspiración perfecta para dibujar paisajes mediterráneos de gran colorido, como La Bahía de Tánger o Los marroquíes. Pura inspiración, de eso se trata todo.
Pero la belleza de Tánger radica también en sus contrastes. En poder caminar y comprar en su Medina o tomar té en el café Baba, o por el contrario descubrir sus hermosas playas. Ese amplio abanico de posibilidades es una de los atractivos más importantes de la ciudad que me cautivó. Sin olvidar su historia en la tuvo cabida la opresión pero que hoy ha recogido lo mejor de dos grandes continentes.
Besos a la Moda,
Adriana