“La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado”. Quién mejor que mi adorado Gabriel García Márquez para trazar la ruta ideal para comenzar el 2017. Su aire, su filosofía, su cultura…su casa. Sí, visité la casa de este macondiano (en Aracataca, Magdalena) y empapé mi espíritu de sueños e historias imposibles, que al final nutrieron. Así fue mi viaje por el Macondo terrenal, su ideal.
La Casa Museo de Gabriel García Márquez es como una más de sus obras: ensoñadora y colorida. La reconstruída casa de sus abuelos tiene hoy 14 ambientes, a través de los cuales se puede recrear los primeros años de vida del Nóbel. Las paredes están decoradas con frases de los libros del escritor, como la que yace en la segunda página del primer tomo de sus memorias ‘Vivir para contarla’, que comienza con su regreso en compañía de su madre, Luisa Santiaga, a Aracataca en marzo 1952 para vender la casa de los abuelos: “Para nosotros solo existía una en el mundo: la vieja casa de los abuelos en Aracataca, donde tuve la suerte de nacer.”
Los recuerdos de sus libros y sobretodo, de Macondo, ese lugar mágico que creó Gabo para Cien Años de Soledad, decoran todo el lugar. No pude evitar recopilar algunos, entre ellos unas pulseras tejidas y una cuchara de palo con tallado. El inminente sol no me impidió recorrer los alrededores, escogí un look fresco de jeans, una batica floreada, de Options; gafas redondas, de Illeesteva: sandalias, de Hermès; y cartera verde militar, de Adriana Castro.
Besos a la moda,