Hay accesorios que son capaces de definir una temporada. Los zapatos, por ejemplo. Altos, bajos, de colores y en diferentes texturas; la ecuación varía cada cierto tiempo, sin embargo hay una regla que parece imperar desde hace algunos años en este universo: los ugly shoes o zapatos que no nos enamoran a primera vista, son los que están saltando con más fuerza de las pasarelas a las calles. ¿El artículo de turno? Los loafers de piel de canguro firmados por Gucci.
No es un secreto que cada vez queremos más y más del estilo romántico, nostálgico y un poco naif, de Alessandro Michele, por eso cuando el diseñador presentó sus propuestas otoño invierno 2016 supimos que cada una de las prendas –hasta la más imposible de llevar– protagonizarían los outfits más audaces y las imágenes más likeadas en Instagram. No nos equivocamos. Los míticos mocasines que hacen parte de la historia de la firma italiana, se han impregnado de vanguardia y ya son los favoritos de grandes amantes de la moda como Alexa Chung, Eva Chen, Natasha Goldenberg y Anna Dello Russo por mencionar algunas.
Esta no es la primera vez que la moda suspira por prendas que resultan poco estéticas. El caso fue similar con el regreso de las Birkenstock o la fiebre de los granny shoes –ambas reinventadas por Phoebe Philo para Céline–. El rechazo a primera vista fue inmediato, pero las imágenes digitales llevaron una vez más la batuta de estilo y el street style las declaró un mustpara sobrevivir a cada una de sus respectivas temporadas.
Así entonces, era solo cuestión de tiempo para que un nuevo capítulo de estilo se abriera. Los furry loafers de Gucci llegaron destilando comodidad y rompiendo los códigos estéticos de las calles. ¿Sus ventajas? Pueden llevarse de día y de noche, y lo mejor es que los caprichos estacionales y de género no tienen cabida en su manual de uso, o sino, que lo digan Leandra Medine y Marc Jacobs, quienes no esperaron que llegaran las bajas temperaturas para usarlos, y hace meses se hicieron con un par.