Mi mes, Octubre, siempre comienza con grandes aventuras. Este 2015 pensé en emprender un nuevo viaje para celebrar mi cumpleaños, y lo hice pensando en que este debía ser un lugar mágico, que me regalara paisajes inolvidables y marcara un antes y un después muy significativo en mi vida; así fue, me lo dieron de sorpresa!
Los palacios de ensueño, bulliciosos mercadillos, colores vibrantes que tiñen sus calles y una mezcla de aromas fue lo que me hizo señalar a Marruecos en el mapa. La riqueza cultural de este país, que se fusiona con gotas de cultura occidental, sedujo cada uno de mis sentidos, y sin pensarlo dos veces partí hasta esta poción de tierra africana.
El país donde el sol se pone me maravilló durante cuatro días. Disfruté de melodías interpretadas al ritmo del bandir, el gambri y la tbila –instrumentos típicos del lugar–, bailes, festines de comida y té, y por su puesto, largas caminatas bajo el sol. Para el viaje empaqué prendas ligeras y delicadas para ganarle la (ardua) batalla al calor (camisas de manga corta, faldas y sandalias); así como a sombreros y gafas para enfrentar el sol.
También presencié los atardeceres más pacíficos, cálidos y sin lugar a dudas, hermosos, que he visto, pero el verdadero reto lo tuvieron mis imprescindibles para la piel. Los paseos por el desierto no hubieran sido posibles sin el Ultra Light Cleansing Oil de Neutrogena, mis toallitas refrescantes y el Healthy Skin Blush. El primero, gracias a la combinación de aceites finos que actúan como un imán para extraer las impurezas y grasa, se encargó de mantener mi rostro limpio y suave, mientras que las segundas me dieron ese toque refrescante cuando las temperaturas más altas llegaron. El rubor fue el toque final. Tras dejar impecable la piel este producto fue el que le dio vida a mi rostro de nuevo, ya que gracias a su tecnología mejora el brillo del rostro y le da un extra glow.
Por supuesto, no podía faltar la visita a los zocos (mercadillos), muy al estilo de Carrie Bradshaw en Sex and The City 2, en los que había un sin fin de coloridas y ornamentadas babuchas, cojines, alfombras (entre otras cosas) para escoger; así como la obligada parada (fashionista) en El Jardín Majorelle, mejor conocido como la casa de Yves Saint Laurent.
Marruecos es un pedacito de cielo en la tierra, y como decía la gran Diana Vreeland: “el ojo tiene que viajar”.
Besos a la moda,
Adriana
Este es un post patrocinado por Neutrogena. Las opiniones expresadas son autoría de El Diario de la Moda Inc.