Amo mi Colombia. Definitivamente no me cambio por nada cuando estoy de visita en mi país, en mi tierra, y por lo general no encuentro una mejor forma de despedir y comenzar un nuevo año, lleno de muchos propósitos, que aquí. Mi primer viaje del 2019 estuvo marcado por el encanto vallenato: me fui a Valledupar y me dejé seducir por su color, su arte, su música, pero también por su gente, su gastronomía, y sus parques. Este destino colombiano fue el lugar perfecto para desconectar los primeros días del año, para encontrarme y para perderme al mismo tiempo, para leer, comer, pasear, y despreocuparme por unos días. Desde niña, esta tierra mágica de cantantes y acordeones, me supo enamorar.
A mi llegada, me dirigí al Hotel Boutique Casa de los Santos Reyes, mi casa por unos días. Y es que sinceramente es casi como mi estadía perfecta. Un lugar precioso y acogedor que te conecta con las tradiciones, con habitaciones coloniales de ensueño, una piscina perfecta para descansar, y una deliciosa comida típica para comenzar el día de forma colorida. Mi rinconcito perfecto entre los atardeceres y amaneceres de Valledupar.
Mi parte favorita del hotel, o de cualquier hotel para ser sincera, es la piscina, sobretodo si es época de vacaciones y clima tropical. Me encanta pasar tiempo recostada en la hamaca, disfrutando de ese rol radiante que tiene Valledupar. Vacaciones de enero sin tiempo bajo el sol no valen. Siempre protegida, por supuesto. De la mano con mi protector solar de la línea Hydroboost de Neutrogena, unas buenas gafas y un sombrero colorido típico de la región.
¡Un encanto total! Hay quienes tal vez no lo saben, pero tengo raíces vallenatas, por eso siempre aprovecho para visitar, sobretodo cuando tengo entre manos una aventura completa (de la cual les contaré muy pronto) muy cerca de aquí. Y es que volver a las raíces siempre es fuente de inspiración, por eso esta parada estratégica de color, folclor, calor humano y tradición, se traducirá en nuevas sorpresas que son cuestión de tiempo.
Besos a la moda,
Adriana