Una de las cosas más impresionantes y espectaculares que me ha regalado Madrid desde mi llegada ha sido una reconexión con el arte de la forma más literal y pura. Cada día me lleva a volver a enamorarme de los museos y de la moda desde diferentes perspectivas, pero todas y cada una de ellas logra atraparme, como si fuera la primera vez que tuviera contacto con ellos. Mi nueva oportunidad de mezclar el arte del vestido con la pintura, una de mis fascinaciones, ha sido gracias a “Sorolla y la moda”, una exposición que se centra en la fascinación del pintor valenciano Joaquín Sorolla por la representación de la indumentaria, y que se presenta simultáneamente en el Museo Thyssen-Bornemisza y en el Museo Sorolla, de Madrid.
La muestra, que se inauguró desde el pasado 13 de febrero, comprende setenta pinturas del artista maquinadas entre 1890 y 1920, a través de las cuales Sorolla no solo reflexiona sino que marca un recorrido claro entre los cambios bruscos de la moda a través de los siglos. Algo así como decir que se convierte en el cronista perfecto de los cambios en las tendencias y estilo del traje que comprende finales del siglo XIX y principios del XX. Sus obras de arte, se acompañan con grandes hitos de la moda como el vestido Delphos de Mariano Fortuny o creaciones de la francesa Jeanne Paquin.
La visión del artista parece clara, sobretodo, porque sus musas, su mujer y su hija, se convirtieron en el hilo conductor de esta historia que enamora. Madrid ha recibido una exposición única y relevante en todos los sentidos. Madrid ahora es cuna de cuatro grandes momentos del artista español: Un Sorolla íntimo, un retratista de la alta sociedad, uno que se retrata el veraneo elegante y el que se fija en el París de la vida moderna; todo a través de tres de sus pasiones: la pintura, la mujer y la moda.
Besos a la Moda,
Adriana