Hay lugares con los que sueño despierta o dormida. Sitios mágicos en los que ansío recorrer cada esquina, como Sintra, un pequeño pueblo portugués tan romántico y enigmático a partes iguales, en el que pensé por mucho tiempo y en la cual finalmente se convirtió en mi primer destino del otoño. Ya algunos se preguntarán en qué está la magia de esta pequeña porción de tierra que se ubica a tan solo media hora de Lisboa, la capital de Portugal. Pues bueno, no sollo quiero contarles…también mostrarles.
Para quienes no han escuchado nada sobre Sintra, lo primero que deben saber es que es perfecta para imaginar cómo eran las vacaciones de los reyes y la nobleza portuguesa, porque está llena de viejos castillos, enormes palacios y mansiones con ventanales de ensueño. ¿Mi preferido? El de muchos, El Palacio da Pena. Un castillo encantado que parece sacado directamente de una de las películas más exitosas de Disney: situado en lo alto de una montaña, lleno de colores, rodeado de naturaleza, y tan fascinante que logra mezclar estilos como el neomanuelino, neogótico y neoárabe, en un solo espacio. Sus colores vibrantes se mezclan con el cielo azul de Sintra, dejando ver con claridad el tritón de piedra de la fachada, que hace de esta edificación algo inolvidable. ¡Para enamorarse!.
Rodeado también de naturaleza y mucho verde, suponía una ropa cómoda para atravesarlo. Decidí contrastar su amarillo subido de tono, burdeos y morados con un sencillo traje negro con polka dots de corte midi y mangas largas, de Massimo Dutti –es bastante fresco cuando cae la tarde–, un par de tenis blancos con lazo, de Puma, y unas gafas de sol redondas, de Chanel, para resaltar.
Hay lugares como este que vale la pena perderse. ¿Cuál es el tuyo?
Besos a la Moda,
Adriana