“Para viajar lejos no hay mejor nave que un libro“. Nunca antes la famosa frase de la poetisa Emily Dickinson había tenido tanto sentido como ahora. Luego de casi seis semanas de confinamiento la lectura se ha convertido nuevamente en una actividad habitual, en el escape perfecto para volar con nuestra imaginación a lugares inesperados, a revivir historias de amor, a descubrir paisajes encantados que se dibujan diferente en cada uno de nuestras mentes. Hoy celebro El Día del Libro con las librerías cerradas pero con un estante repleto de páginas que por fin están siendo leídas por completo.
Hoy 24 de abril decidí viajar a Italia, a Venezia, para ser más específica. Hoy decidí recordar de forma alegre esta ciudad que tanto sufre pero que nos ha regalado rincones mágicos llenos de cultura, de historia, de comida deliciosa, de paseos en góndolas y de música para el recuerdo. En mi último verano recorrí sus canales y callecitas y me perdí en un espacio lleno de historias escritas a lo largo del tiempo, esperando allí para ser encontradas y leídas. En sus pilas se plasmaban los nombres de Nicolò Giraldi, Pierfranco Fabris, Antoine De Saint-Exupéry, Lord Byron o Paolo Scandaletti. No sé si logran imaginar la dificultad que entraña elegir un solo título escrito por ellos.
Al final volví a releer las páginas de El principito, un clásico contemporáneo de la literatura universal y, para mi, uno de los mejores cuentos de todos los tiempos para grandes y chicos. Un paseo por los valores universales de la humanidad que, hoy más que nunca, vale la pena repasar.
Me despido hoy con un friendly reminder: No olvidemos que los libros son la herencia de la tierra y el legado de nuestra humanidad. Sigamos creyendo en las letras, en las cartas de amor. Sigamos soñando despiertos a través de las páginas.
Besos a la Moda,
Adriana Castro