Mi última visita a Medellín ha sido para celebrar el amor (ya les contaré), pero aproveché para hacer turismo. Visitar los parques, algunos museos, El Pueblito Paisa y un (no tan) nuevo atractivo que se está robando el amor de residentes y visitantes: El Graffitour. La ciudad de la eterna primavera es una de las más bellas y visitadas de Colombia, con el clima perfecto, la más innovadora y con una calidez humana envidiable (como todo el país, para ser honestos). Pero no siempre fue así. No entraré en la historia triste porque no es mi estilo, pero vale la pena conocer un poco de su situación actual. Una en la que las palabras de años de violencia hoy se traducen en color y sonrisas.
La transformación de la Comuna 13 ha sido una de las más enmarcables en estos 20 años de cambios en la ciudad. Uno de los puntos más significativos han sido sus habitantes, a través de las muestras artísticas y culturales. Lejos de la percepción que se tenía en Colombia hace muchos años sobre el arte callejero, un grupo de bailarines, raperos, productores audiovisuales y por supuesto, graffiteros, han volcado la visión a través de murales que se ha apoderado de ella desde hace aproximadamente 7 años. Casa Kolacho es sido el colectivo encargado de este derroche de color, de darle la vuelta al negativismo de una comunidad completa para vivir otra ciudad.