Esta semana ha sido una de las más especiales de mi año y es por una razón muy sencilla e importante: fui seleccionada para hacer parte de los panelistas del Global Youth Leadership Forum en el panel organizado por CEAJE (Confederación Española de Jóvenes Empresarios). Si son de quienes me leen regularmente saben que vivo y respiro la moda, pero una de las cosas que más me emociona es poder descubrir cada vez más este lado humano de ella. Uno más cercano, más de tú a tú, uno que me deja abrirme al mundo con palabras, experiencias y sabiduría que he adquirido sobre la marcha. Esta ha sido la tercera edición del foro mundial de líderes internacionales, expertos, empresarios, representantes de distintos países y organismos internacionales de diferentes ámbitos, que se reúnen para diseñar soluciones a las problemáticas que se presentan en el mundo en sus diferentes sectores. Un gran honor si me lo preguntan, uno que afronté con buena energía y buena moda.
Viajé a Santander para cumplir con mi cita que permite a jóvenes empresarios a contar su historia de vida, en mi caso, mi caso de emprendimiento con mi marca homónima. En mi espacio tuve la oportunidad e compartir mi historia personal, con sus logros y fracasos, sin ocultar un camino de sonrisas ni lágrimas, de obstáculos superados, lecciones aprendidas, sueños y mucho amor. Allí hablé sobre el nuevo lujo que es a lo que apunta Adriana Castro, el slow luxury y valor artesanal que promuevo a través de mis diseños y las manos artesanas que hacen realidad cada uno de mis sueños. Pude compartir mi experiencia, sí, pero también mi visión y mi anhelo, como marca y como amante de la moda que soy. Y sí, durante mi tiempo allí hablé con mi boca pero también con mi ropa.
Para este nuevo reto aposté por una de las tendencias que marca esta nueva temporada, para hacer énfasis en que el slow luxury no se desentiende de las tendencias, las entiende y procesa, las adopta y las transforma en atemporalidad con calidad. Sí, llevé tartán casi que de pies a cabeza. Cuadros escoceses por montón, en colores y tamaños. “El Príncipe de Gales” como también es conocido, se reinventa innumerables formas, yo opté por llevarlo muy sofisticado, acompañado de piezas sin tiempo definido, como una chaqueta con aires escolares. Acompañé el look con un tote de mi firma y unos zapatos de tacón vinotinto de Delpozo.